jueves, 14 de julio de 2016

Guitarra Rasposa

El desgarrador sonido de una guitarra eléctrica me trae la paz necesaria que buscaba hace un par de días, después de un sinfín de excesos entre sexo dragas y alcohol, cuando intente dejarlo todo para enrielarme en el camino que me lleva al éxito, fue ahí cuando mi cabeza descolocada me llevo al infierno y más abajo con la necesidad de alcoholizarse para encontrar el rumbo.
Un grito agudo y desgarrador oyen mis oídos, es el sonido de la liberación, de querer mirar adelante y no tocar el pasado que te viene pisando la sombra de un recuerdo ya olvidado, de un sentir desgastado de un color ya integrado.
Una batería que marca mis pasos y mis caídas y que con el paso del tiempo ese sonido se hace más y más y más fuerte que hace mover la cabeza hacia delante y hacia atrás a modo de aceptar tu pasado y decirle SÍ, a todo aquello que vendrá.
Tú largo pelo desordenado y sexy a la vez, tan criticado y amado que entrega rudeza y paz, que agobia y tranquiliza a quien tuviese la oportunidad de acariciarlo.
Tu sonrisa tatuada, tan blanca y soberbia, tan inocente y brutal, atrae miradas de distintas partes del mundo atrae a miles de personas con palabras absurdas de una realidad que en algún momento se descontrolo y alguien tiene que decirlo para que se escuche, aquí y  al mundo.
Tus ropas negras  “príncipe de cuero”, perfectas encima de la piel, demuestran la rudeza y la inteligencia de un personaje infinito, que se multiplica por muchos quienes quieren ser como tú, pero como yo, solo nos quedamos en el intento.

Escucharte, mirarte y vivirte es lo que muchas veces me hace falta y provoca que retumbe mi imaginación por distintos recovecos del universo donde todo es perfecto, se siente sin prejuicios, se toca sin miedos y se ama sin condiciones.


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